Dr. Arcenio
Estévez Medina.
Cuando las más grandes empresas utilizadoras de azúcar de caña
–fabricantes de bebidas gaseosas o sodas como les llaman en Estados Unidos de
Norteamérica- decidieron cambiar este edulcorante, por jarabe de maíz alto en
fructosa, además de arruinar a la producción de azúcar en países pobres, aunque
se pensó que era la mejor decisión para la salud de los consumidores de estas
bebidas, nadie se imaginaba la gravedad de las consecuencias, que evaluadas en
estos momentos por la comunidad científica, son desastrosas. A partir de ese tiempo una larga lista de
enfermedades crónicas no transmisibles han matado a millones de personas en el
mundo y este cambio ha sido señalado como una razón significativa de un alto
porcentaje de estos males.
¡Cuán difícil es entender que un producto extraído del
maíz produzca estos efectos! Lo cierto
es que el maíz usado para la fabricación de la mayoría de “sodas” es producido
con manipulación genética. Lo mismo está
pasando con un alto porcentaje de la soya utilizada también por estas empresas
para evitar que los sabores de sus bebidas se dispersen, emulsionen bien y
floten, a través de un producto llamado Aceite Vegetal Bromado (conocido como BVO
por su sigla en inglés), registrado de manera inicial como un retardante de
llamas en los Estados Unidos de Norteamérica.
Este producto causa pérdida de la memoria e hipotiroidismo porque
compite con el yodo ocupando sus receptores.
Algunas empresas lo han eliminado de sus artículos, como por ejemplo, la
Pepsicola que, según lo reportado, se lo retiró al gatorade en el año 2013.
La manipulación genética ha ido aumentando mucho en
los últimos años en los Estados Unidos de Norteamérica. En el 2007, por ejemplo, el 89% de la soya en
ese país era transgénica. De igual forma
el 83 % del algodón y el 61% del maíz.
Para el año 2014 se determinó que el 90 % del maíz era producido de esta
manera y el 95% de la soya.
Se sabe que el jarabe de maíz alto en fructosa,
proviene, la mayoría de las veces de semillas manipuladas a nivel genético y
aumenta los factores de riesgo de las enfermedades cardíacas en 2 semanas de
iniciado el consumo, incrementa los niveles de colesterol malo (LDL),
triglicéridos y ácido úrico en apenas 14 días de consumo consecutivo (Journal
of Clinical Nutrition, de marzo del 2015).
De acuerdo a un informe de la Reunión Anual celebrada
en el año 2013 por la American Heart Associatión, el consumo de bebidas
azucaradas fue el responsable de 183 mil muertes en el mundo. El país donde más personas murieron por esta
razón fue México.
Los alimentos dulces aumentan la presión arterial
porque inhiben la producción de óxido nítrico (un potente vasodilatador
natural) en los vasos (Time Magazine) y esto produce un aumento de la
resistencia vascular periférica y sube los niveles tensionales.
Las calorías provenientes de la fructosa (esto es el
jarabe de maíz alto en fructosa usado para endulzar por la industria) y éstas
son promotoras importantes de prediabetes y diabetes, empeora los niveles de
insulina y la tolerancia a la glucosa aumentando el riesgo de sufrir
hipertensión arterial (Clínica Mayo).
Se recomienda consumir menos
de 25 gramos al día de fructosa, esto es por debajo de 100 calorías por día.
Cuando el azúcar añadido llega a representar el 18 por
ciento de las calorías diarias aumenta al doble la posibilidad de sufrir de
prediabetes y diabetes, de acuerdo a una investigación del Dr. James
DiNicolantonio, publicado en marzo del 2015 por Mayo Clinic Proceedings.
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